El fraude es una práctica recurrente en algunos sectores laborales, mayormente en los concernientes a Internet, donde hay un grado superior de vulnerabilidad de los datos personales. De hace unos años a esta parte ha llegado incluso a Instagram, lo que está abriendo un gran debate sobre la fiabilidad de las redes sociales y de los perfiles públicos de las mismas. Los influencers son de lo más rentable que hay en cuanto a promoción y patrocinio de marcas (especialmente en moda y viajes, aunque también lo son en otros casos). Es por ello que son un blanco fácil para las estafas, y esta es una idea que no se les ha pasado por alto a ciertas personas. Desde hace varios años ha habido un incremento exponencial de casos en los que los influencers sufrían una suplantación de identidad online (sobre todo en Instagram) y había personas que, al hacerse pasar por ellos, conseguían productos e incluso estancias en hoteles totalmente gratuitas. El mayor problema, más allá de que se esté cometiendo un fraude y que los productos no estén llegando a la persona que deberían, es que las marcas solicitan a cambio de esas cosas gratis un trabajo (ya sean unboxings o publicaciones en las que se les muestre a los seguidores lo que les ha llegado). Ese trabajo jamás llega a realizarse porque el influencer en cuestión no es consciente de lo sucedido, lo que genera un nuevo problema al que hay que poner solución para evitar, siempre que se pueda, esta clase de timos.
Uno de los primeros casos de suplantación de identidad de una influencer sucedió en 2015, cuando Em Sheldon, bloguera de Reino Unido tras el blog EmTalks, averiguó a través de Twitter que alguien estaba contactando con diversas marcas bajo su nombre para aprovecharse de su fama. Dichas marcas afirmaban en sus perfiles tener preparados unos pedidos para ella, que estaban de camino tal y como ella solicitó previamente, lo que fue el detonante para que investigara más sobre el asunto. Sin embargo, este no ha sido el único caso que se ha dado, sino que ha sido uno de los más sonados y el que ha dado pie a que otros muchos salgan a la luz, dejando entrever que el mundo de los influencers también tiene sus peligros y su lado oscuro.
Ya en 2019, el suceso más relevante relacionado con este asunto es el que atañe a Jeanne Grey (@thegreylayers, que cuenta con un total de 450K seguidores en Instagram), quien fue otra de las múltiples víctimas del famoso "phishing". Su experiencia fue muy similar a la ya relatada previamente de Em Sheldon: alguien utilizó su imagen e identidad con el objetivo de ponerse en contacto con marcas. Fue al comenzar a recibir varios correos electrónicos de esas marcas (algunas de ellas eran, para la influencer, de confianza y ya había colaborado con ellas en anteriores ocasiones) cuando notó que algo raro estaba sucediendo y que podía verse sumergida en algo más grave de lo que parecería en un principio. Según sus propias declaraciones, las marcas habían "caído y enviado sus productos", por lo que la persona impostora ya se había salido con la suya.
Otros casos de phishing que tenemos que destacar también son los de Liraz Roxy (@glambyroxy; 145K seguidores), Kirsten Alana Larsson (@kirstenalana; 212K seguidores) y Natalie Pinto (@thefashionablybroke; 71K seguidores). Las tres son usuarias de Instagram que están especializadas en lifestyle, y esta vez han sido las marcas quienes se han puesto en contacto con ellas a través de mensajes directos en la red social para pedirles explicaciones de por qué no han promocionado todavía sus productos. A pesar de que el robo de productos ya es algo por lo que preocuparse, la farsante que estaba detrás de la suplantación de identidad de Kirsten Alana Larsson llevó su meta mucho más lejos y se presentó en un hotel de Nueva York usando su nombre como excusa para no pagar absolutamente nada.
¿La suplantación de identidad pone en juicio la credibilidad de los influencers? Sí y no. En el supuesto caso de que no se llegue a saber públicamente que han sido víctimas de una suplantación de identidad sí que puede afectar directamente a su reputación, ya que las marcas podrán hacer público lo sucedido y que de esta manera queden como unas personas interesadas que únicamente emplean Instagram como herramienta para conseguir cosas gratis. Aun así, este es más un asunto personal de los propios influencers que del espacio público, pues les concierne solamente a las marcas y ellos (y a los responsables del phishing, obviamente), y es un conflicto a solucionar entre ambas partes. Lo que sí que es cierto es que últimamente los influencers no son las personas mejor valoradas por la audiencia, y es que las numerosas polémicas sobre la compra de seguidores o sobre los falsos likes les están poniendo en entredicho constantemente y generando cada vez una desconfianza mayor hacia ellos.
Para finalizar con el tema y aportar algunas soluciones que puedan aclarar el conflicto, hay otra duda que tenemos que atender y que no deberíamos pasar por alto: ¿qué medidas se pueden adoptar para evitar el fraude? La respuesta más sencilla y, por desgracia, demasiado utópica para poder hacerse realidad es que dejara de haber personas que suplantaran la identidad de los influencers. Por ello, es necesario que busquemos mecanismos mediante los que poder defender tanto a dichos influencers como a las propias empresas que sufren esta clase de engaños. El primer mecanismo sería recurrir a intermediarios que se encargaran previamente de hacer una selección de qué personas son de fiar, cuáles no, qué direcciones de envío son correctas, cuáles son los datos que parecen falsos y corroborarlos antes de hacer los envíos. Esto es lo que hacen los Hoteles Meliá, que en 2018 revelaron que todos los días reciben una media de 60 y 70 correos electrónicos por parte de los influencers para alojarse gratuitamente en sus instalaciones a cambio de promocionarlos en sus perfiles y les es imposible hacer una criba ellos mismos. El segundo mecanismo estaría más relacionado con los influencers, y son los abogados especializados en estas personas públicas conocidas gracias a Internet.
La suplantación de identidad de influencers en Instagram parece algo lejano y sin más trascendencia de lo anecdótico, pero afecta a muchas más personas de lo que parece y es una práctica ilegal que podría incluso incrementarse en los próximos años. Por ello hay que concienciarse de que es muy sencillo verse envuelto en una farsa por el estilo (incluso sin tener tantos seguidores, los casos de estafas por Internet son ya infinitos), y habríamos de tener mucho más cuidado con nuestra huella online, que en un futuro cabría la posibilidad de que nos jugara una mala pasada.
Otros casos de phishing que tenemos que destacar también son los de Liraz Roxy (@glambyroxy; 145K seguidores), Kirsten Alana Larsson (@kirstenalana; 212K seguidores) y Natalie Pinto (@thefashionablybroke; 71K seguidores). Las tres son usuarias de Instagram que están especializadas en lifestyle, y esta vez han sido las marcas quienes se han puesto en contacto con ellas a través de mensajes directos en la red social para pedirles explicaciones de por qué no han promocionado todavía sus productos. A pesar de que el robo de productos ya es algo por lo que preocuparse, la farsante que estaba detrás de la suplantación de identidad de Kirsten Alana Larsson llevó su meta mucho más lejos y se presentó en un hotel de Nueva York usando su nombre como excusa para no pagar absolutamente nada.
Para finalizar con el tema y aportar algunas soluciones que puedan aclarar el conflicto, hay otra duda que tenemos que atender y que no deberíamos pasar por alto: ¿qué medidas se pueden adoptar para evitar el fraude? La respuesta más sencilla y, por desgracia, demasiado utópica para poder hacerse realidad es que dejara de haber personas que suplantaran la identidad de los influencers. Por ello, es necesario que busquemos mecanismos mediante los que poder defender tanto a dichos influencers como a las propias empresas que sufren esta clase de engaños. El primer mecanismo sería recurrir a intermediarios que se encargaran previamente de hacer una selección de qué personas son de fiar, cuáles no, qué direcciones de envío son correctas, cuáles son los datos que parecen falsos y corroborarlos antes de hacer los envíos. Esto es lo que hacen los Hoteles Meliá, que en 2018 revelaron que todos los días reciben una media de 60 y 70 correos electrónicos por parte de los influencers para alojarse gratuitamente en sus instalaciones a cambio de promocionarlos en sus perfiles y les es imposible hacer una criba ellos mismos. El segundo mecanismo estaría más relacionado con los influencers, y son los abogados especializados en estas personas públicas conocidas gracias a Internet.
La suplantación de identidad de influencers en Instagram parece algo lejano y sin más trascendencia de lo anecdótico, pero afecta a muchas más personas de lo que parece y es una práctica ilegal que podría incluso incrementarse en los próximos años. Por ello hay que concienciarse de que es muy sencillo verse envuelto en una farsa por el estilo (incluso sin tener tantos seguidores, los casos de estafas por Internet son ya infinitos), y habríamos de tener mucho más cuidado con nuestra huella online, que en un futuro cabría la posibilidad de que nos jugara una mala pasada.
- RAQUEL M.G.
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