domingo, 10 de noviembre de 2019

Influencers, el aluvión de críticas por fingir usar productos y los peligros de prácticas similares



Los influencers no son exclusivamente las personas que se han hecho famosas gracias a las redes sociales (aunque sea así en la gran mayoría de casos y se asocie ese significado al término), sino que también podemos considerar influencers a algunos actores y actrices, por ejemplo, debido a la enorme legión de fans (y, por tanto, seguidores) que tienen. La notoriedad tan clara que caracteriza a estas personas puede derivar en una peligrosa influencia en sus seguidores en todos los sentidos, y más si tenemos en cuenta que muchos de ellos (de los seguidores) son menores de edad influenciables que buscan en las celebrities un referente al que admirar.


Pues bien, desde hace poco tiempo hay un fenómeno que está inundando las redes con críticas y llamadas de atención a influencers que, al promocionar un producto, no lo usan realmente y engañan a su audiencia simulando que lo hacen. Dicho de esta manera no se entiende muy bien cuál es el problema, pero conforme vayamos presentando alguno de los casos más sonados veréis como la polémica está justificada. La primera aparición de esta práctica (o al menos la más sonada) fue en el año 2018, en el Snapchat de Shay Mitchell (actriz internacionalmente reconocida por aparecer como protagonista en la serie Pretty Little Liars, con un total de 26'3 millones de seguidores en su cuenta @Shaymitchell de Instagram), quien simuló haber empleado un producto de la marca Biore para desmaquillarse el rostro cuando en el vídeo se veía claramente que ni siquiera le había rozado el ojo. Aquí el mayor escándalo fue cómo la actriz trató de engañar a sus seguidores para que compraran los productos de una marca de la que era embajadora, con lo que se demostraba que ella cobraba por lo publicado y que prefirió recomendar algo que no sabía si funcionaba bien o no a asegurarse primero.


Otros dos casos bastante comentados han sido los de Kylie Jenner y Millie Bobby Brown, ambos ocurridos este mismo año. Kylie Jenner (empresaria y modelo estadounidense conocida por participar el el programa de televisión "Keeping up with the Kardashians"; tiene más de 150 millones de seguidores en @kyliejenner) a principios de este 2019 mostró en Instagram cómo se lavaba la cara con una mousse que pertenecía a su propia línea de productos dedicados al cuidado del rostro y nada más aplicarla la retiraba velozmente. Su línea de productos pertenece a Kylie Skin, la cual es independiente a Kylie Cosmetics, que se popularizó gracias a los gloss de su colección y que es de maquillaje. En este caso, el aluvión de críticas ha sido todavía mayor, puesto que la gravedad del asunto radica en que estos son sus productos, no los de otra persona, y si los ha puesto en venta se supone que deberían haber pasado unas fases de prueba previas para ver si eran de calidad o se tenía que mejorar la fórmula. Con esto únicamente demuestra que no confía plenamente en su marca y no transmite la confianza necesaria a sus fans. Tanto se habló del tema que incluso Will Smith subió un vídeo a su cuenta de Instagram en el que mostraba su rutina facial para prepararse como el Genio del live action de Aladdín, y en él mencionaba a Kylie Jenner.


Por otro lado, Millie Bobby Brown, estrella de 15 años de Stranger Things conocida por interpretar al personaje de Eleven en la serie original de Netflix y adolescente emergente en la industria cinematográfica, ha vuelto a estar en el ojo del huracán por sus publicaciones del pasado septiembre. Como consecuencia de la inminente salida de su marca florence by mills al mercado, Millie Bobby Brown (@milliebobbybrown en Instagram; un total de 30'4 millones de seguidores) hizo un vídeo en el que explicaba en YouTube cómo utilizaba siempre sus productos (mientras lo enseñaba en directo) y por qué uno de ellos era su favorito. Pero lo que llamó la atención de sus seguidores era cómo, a pesar de que decía que se estaba echando dicho producto, el ruido de las palmas frotándose era inconfundible: no lo estaba haciendo realmente.  Al igual que con lo que sucedió con Kylie Jenner, lo que molestaba a los fans era que mintiera con sus propias creaciones, que debería apoyar al 100% y estar orgullosa de ellos por haber estado e intervenido en todo el proceso. Al ver las enfurecidas reacciones de sus seguidores, Millie Bobby Brown admitió que no los había utilizado con una publicación de Instagram en la que se disculpaba por lo sucedido.


Pese a esto, hay personas dispuestas a comprar los productos, e incluso se podría decir que les alenta a hacerlo, porque la polémica sirve de publicidad. De hecho, no tiene por qué ser el caso de las tres influencers de antes, pero la controversia es una estrategia de márketing como otra cualquiera, e incluso más efectiva en algunos casos. Ante este panorama, las audiencias de los influencers se exponen al riesgo de recrear los comportamientos e incluso pensamientos de los mismos debido a las redes sociales, lo que puede ser un arma de doble filo. Si bien se puede usar con un fin totalmente lícito (como sería, por ejemplo, promover valores ecológicos o feministas), también puede suscitar un panorama desolador en el que el egoísmo y la superficialidad sean las cualidades más comunes. Y es que, aunque este tema es más "inocente" en ciertos aspectos que otros fraudes sociales, no hay que olvidar que son mentiras por parte de los influencers. Además, hay que tener en cuenta que se está jugando con la salud de las personas, ya que si ni las creadoras de los productos son capaces de responsabilizarse de lo que venden bajo su nombre, probablemente su único propósito sea enriquecerse. Esto nos lleva a una pregunta en la que veremos reflejada la doble moral de estos usuarios de Instagram:  ¿realmente merece la pena anteponer el beneficio económico a la honestidad? 


No obstante, esta cuestión no justifica algunas actitudes de odio hacia las influencers, quienes, como es lógico, deberían recibir críticas, pero no insultos o vejaciones. Por poner un ejemplo, Millie Bobby Brown, de la que hemos hablado antes y menor de edad, ha sufrido a estas alturas muchísimo bullying en las redes. Por no irnos muy lejos, hace solamente un año tuvo que irse de Twitter a causa de una broma pesada homófoba con la que se le relacionaba. A raíz de comentarios hirientes, la actriz se defendió y declaró que estaba absolutamente en contra de las actitudes de odio, con lo que demostró que detrás de una cuenta hay una persona, y eso se aplicaba también a celebrities e influencers (quienes mienten, pero también sufren en consecuencia con las críticas recibidas). Son estas ocasiones las que permiten que se abra un debate sobre la importancia de las redes sociales. A pesar de que mucha gente opina que no son tan fundamentales, cada vez queda más claro que son una parte diaria de nuestras vidas, que nos afectan socialmente y hemos de saber controlarlas, sin permitir que el anonimato nos controle y acabemos haciendo o diciendo cosas que no diríamos a la cara.




- RAQUEL M.G.

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